Al inicio de la gestión de gobierno que recién finaliza, las autoridades monetarias se concentraron en una estrategia de reducción de la tasa de cambio y de las tasas de interés bancarias, con el objetivo de bajar la carga que implica el pago de intereses por el stock de certificados (déficit cuasi fiscal), como forma de seguir recogiendo el excesivo dinero en circulación tras la crisis financiera que afectó al país en 2003-32004.
Esta estrategia de política monetaria permitió dinamizar la economía, mejorar la posibilidad de la gente para endeudarse y adquirir viviendas y vehículos, así como electrodomésticos y otros bienes de consumo. No fue tan positivo para las empresas, debido a que las normas bancarias, especialmente el Reglamento de Evaluación de Activos (REA) tiene muchos requisitos para la aprobación de los créditos a la producción.
Aún así, la política monetaria de estabilidad de la tasa de cambio y bajas tasas de interés permitió por un lado que cesara la corrida de cierre de negocios y más aún, propició el surgimiento de nuevas empresas en diversas áreas económicas.
Sin embargo, en el último año dos factores han motivado al Banco Central a cambiar su política monetaria con la aplicación de medidas restrictivas que limitan la posibilidad de desarrollar el emprendedurismo y surgimiento de nuevos negocios. Por un lado el choque externo expresado en el aumento constante de los precios del petróleo y de los insumos para la producción de alimentos, y de otra parte la expansión del gasto público por parte del Gobierno durante los meses de campaña electoral (enero-mayo de este año).
Ahora las autoridades monetarias “aprietan la tuerca” a la espera de que el Gobierno establezca los mecanismos de equilibrio por la vía fiscal (aumentando sus ingresos o reduciendo sus gastos). Todavía el Poder Ejecutivo no se ha decidido por ninguna de esas alternativas.
Las críticas no se han hecho esperar por parte de los representantes de la banca y de los sectores productivos que ven en esta nueva estrategia una situación incómoda sobre la liquidez de la banca y la posibilidad de invertir en el área empresarial.
Se recuerda que en el primer período de gobierno de Leonel Fernández (1996-2000) el Banco Central aplicó una política restrictiva parecida a la que está retomando en la actualidad. Las tasas de interés estaban por las nubes y esto motivó a muchos empresarios a endeudarse en dólares, debido a que tenían la ventaja de tasas muy bajas en el exterior y estabilidad del peso frente al dólar a nivel interno.
Pero esa tendencia es peligrosa en tiempos de inestabilidad, como el que se presentó en el 2003 cuando las autoridades de entonces dejaron deslizar la tasa de cambio y entonces las deudas en dólar con tasas de interés bajas se tornaron impagables por el elevado costo de la conversión de pesos a dólares con una moneda local en franco proceso de devaluación.
Muchas empresas quebraron por esa situación y finalmente las normas locales decidieron prohibir que empresas no generadoras de divisas se endeuden en moneda extranjera.
Sólo el sector exportador, generador de divisas, puede endeudarse en dólares y aprovechar las tasas de interés bajas que se ofrecen en el exterior. Bajo esas condiciones no existe riesgo de que las empresas nacionales se endeuden en dólares, pero si está la limitante de que no podrían financiar sus operaciones con deuda local por las altas tasas de interés.
Las gestiones de emprendedurismo y motivación para el surgimiento de nuevas empresas, negocios innovadores y otros proyectos de desarrollo micro, mediano y grande en materia empresarial están ahora en una pausa forzada por la decisión de las autoridades monetarias de retomar la estrategia de búsqueda de estabilidad mediante el encrudecimiento de las restricciones sobre el circulante. Además de los negocios, esas restricciones inciden en los bolsillos de ciudadanos que se endeudaron para comprar una vivienda, vehículo o algún electrodoméstico.
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