"Id también vosotros a mi viña" (Mt 20,1-16)

domingo, 21 de septiembre de 2008
Semana XXV del Tiempo Ordinario - 21 de septiembre de 2008
clipped from www.aciprensa.com
Meditaciones Dominicales

Dios llama a quien quiere y cuando quiere. De esa manera nos llamó ya una vez a la existencia. De esa manera nos llama ahora para colmarnos de sus dones y hacernos compartir su felicidad. Su llamada es enteramente gratuita, es decir, sin mérito alguno de parte nuestra. De nuestro no teníamos más que el pecado que nos conducía a la muerte eterna. Si de mérito nuestro se tratara, esto es lo que nosotros merecíamos.

Los apóstoles y los santos que han vivido la experiencia de la gracia no se cansan de contemplar la bondad de Dios. San Pablo escribe: "Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados" (Col 1,13-14). El mismo apóstol, observando las fuerzas del mal que nos esclavizan, exclama: "¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?" Y responde: "¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!" (Rom 7,24-25).

Esto es lo que tenemos que tener en mente para entender la parábola que nos presenta el Evangelio de este domingo. Allí entramos en contacto con una justicia que es superior a la nuestra: es la justicia de Dios. Dios ejerce su justicia salvando, librando de la muerte y dando la vida. Esto es lo que quiere enseñar Jesús al introducir la parábola con la frase: "El Reino de los cielos es semejante a...".

Es semejante a un Señor que sale a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña conviniendo con ellos el pago de un denario al día. Volvió a salir a las 9 y a las 12 y a las 15 horas y viendo cada vez gente en la plaza, sin trabajo, les dijo: "Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea justo". Por último salió a las 17 horas y encontró otros que habían estado todo el día parados y también a éstos les dijo esa palabra: "Id también vosotros a mi viña". Todos éstos pasan de la amargura que significa la cesantía a la alegría de haber encontrado un buen trabajo, del abatimiento al entusiasmo. Hasta aquí todos comprendemos la bondad de este Señor que ofrece una "fuente de trabajo" y la fortuna de los que, estando cesantes, han sido llamados a gozar de ella. Es conveniente destacar esta frase: "Os pagaré lo que sea justo". Ellos confían en la bondad del Señor.

Pero al final del día llega el momento de recibir el pago. Aquí el Señor realiza un nuevo gesto asombroso: comienza a llamar a los obreros, partiendo por los últimos, los que han trabajado sólo una hora, y les da un denario a cada uno; ¡es un regalo! Calculemos la alegría de estos hombres. Y lo mismo hace con todos. Entonces ocurre lo increíble: la protesta. Los que llegaron a trabajar a la pri-mera hora "murmuraban contra el Señor". Decían: "Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y del calor". El Señor, siempre bondadoso, contesta al que encabeza la protesta, llamandolo "amigo". Le recuerda que lo convenido con ellos fue un denario al día; ellos habían recibido "lo suyo". Agrega: "Quiero dar a este último lo mismo que a tí. ¿Es que no puedo hacer con lo mio lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?".

El "ojo malo" es una expresión hebrea para indicar un estado de espíritu maligno, porque el ojo es como el espejo del alma. Aquí quiere indicar la envidia, es decir, el sentimiento de tristeza y de infelicidad propia ante el bien y la felicidad ajenos. Esto está condenado, porque "la caridad se alegra con el bien" dondequiera que exista, sea propio o ajeno. La envidia, en cambio, se amarga ante el bien ajeno y así se opone a la caridad (cf. 1Cor 13,4).

Pero la enseñanza principal de la parábola es esta: el que negocia con Dios y exige de El retribución ante los méritos propios, recibe "lo suyo"; pero se excluye del reino de la gratuidad. Son los obreros que no vivieron la experiencia de la cesantía, pues trabajaban desde la primera hora. Ellos se sienten en situación de negociar. "Convinieron" un denario al día y luego hicieron valer sus méritos: "hemos soportado el peso del día y del calor". Se puede decir que no fueron salvados, porque no quedaron contentos y se fueron con lo suyo "murmurando". Los otros obreros reconocen que ellos estaban cesantes y que han sido salvados. Ellos no convinieron nada, sino que confiaron en la justicia del Señor. Éstos recibieron un don gratuito, mucho mayor que lo que podían imaginar. Se fueron felices. Dios actúa con el hombre como el Señor de la parábola, que dice de sí mismo: "Yo soy bueno".

Es la misma enseñanza que había propuesto Jesús con la parábola del fariseo y el publicano. El fariseo exponía a Dios su méritos: "No soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adulteros; ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias..". El publicano reconocía sus pecados: "Ten compasión de mi que soy un pecador". Jesús concluye que éste bajó a su casa justificado, feliz por el don recibido; aquél no, pues bajo sólo en posesión de lo suyo. San Pablo tal vez ha sido el que más profundamente captó esta justicia de Dios. Él era primero un celoso fariseo y luego se llama a sí mismo "el primero de los pecadores". Él formula la enseñanza de la parábola así: "Dios nos ha elegido por gracia. Y si es por gracia, ya no lo es por las obras (es decir, por nuestros méritos); de otro modo, la gracia ya no sería gracia" sino salario (Rom 11,5-6).

Pero en la parábola de hoy hay también una velada insinuación de la universalidad de la salvación que caracteriza el Evangelio de Mateo. Los pueblos paganos son los que fueron invitados a la última hora. Los judíos, protestando por la entrada de ellos, están en la actitud de los obreros de la primera hora: "Los has igualado a nosotros". Con razón este Evangelio concluye con el mandato misionero: "Id y haced discípulos de todos los pueblos". Estos son los invitados gratuitamente a la última hora.

+ Felipe Bacarreza Rodríguez
Obispo Residencial de Santa María de Los Angeles (Chile)

blog it

0 comentarios: