Los miembros de Manthoc, de entre 6 y 18 años, se reúnen, eligen a sus líderes y realizan sus propuestas solos, empleando colaboradores adultos para labores administrativas y como “orientadores” en algunos temas, según explicó a Efe la delegada nacional de Manthoc, Fabiola Segura.
Con un discurso sorprendentemente sereno y estructurado para sus 17 años, Segura, que desde los nueve trabaja como panadera, artesana y vendedora callejera de dulces, identifica fácilmente el origen del problema: mientras haya pobreza, los niños tendrán que trabajar.
“Sin políticas alternativas y trabajos dignos habrá chicos trabajadores explotados, y mientras los recursos no sean bien distribuidos, seguirá habiendo pobreza. La necesidad hace que entonces los menores trabajemos ilegalmente y es allí donde se tiene que intervenir”, analizó la joven.
Desde su destartalada oficina en la barriada limeña de Ciudad de Dios que también hace las veces de escuela-taller para niños trabajadores, Segura explicó que el objetivo es superar una legislación que, por muy bien intencionada que sea, deja de lado una realidad social y cultural en la que los niños son parte del tejido productivo.
En la actualidad, la legislación peruana autoriza a emplear niños a partir de los 14 años o desde los 12 en algunas excepciones, aunque diversas ONG estiman que los casi 2.5 millones de niños trabajadores de Perú comienzan a trabajar a edades aún más tempranas. La solución para Manthoc pasa por defender unas condiciones dignas de trabajo y que su trabajo se valore, proteja y respete tal y como ellos hacen.
Porque pese a que sus trabajos muchas veces los obligan a no descansar, a perder horas de juego y diversión y a asumir responsabilidades muy por encima de su edad, estos niños se muestran orgullosos de colaborar con sus familias y ganarse su propio dinero.
Según explica Samuel Calderón, otro de los delegados nacionales de Manthoc, la diferencia entre su organización y otras que luchan contra esta lacra, es que éstas sólo ven la explotación y el abuso y no consideran “las cosas positivas que dan otros trabajos”.
“Yo trabajo en la bodega de mi casa desde los seis años, vendiendo mercadería, y es una forma de aprender, cada uno adquiere cosas de sus trabajos y desarrolla habilidades”, afirmó Calderón.
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